Entrevistas
Por Jaime Rozas , 20 de enero de 2021

Héctor Henríquez, presidente de Armasur: “Las empresas están viviendo una tranquilidad aparente, frágil”

Héctor Henríquez, presidente de Armasur. (Cedida)
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En conversación con Diario Acuícola, el líder gremial se refirió a la situación que vive hoy la industria marítima en el sur de Chile producto de la pandemia y a las principales inquietudes del sector.

“No hay nadie que se salve. El que está mejor es al que menos le ha afectado, pero eso no quiere decir que no le haya afectado. A todos le ha afectado”.

Así resume Héctor Henríquez, presidente de la Asociación de Armadores de Transporte Marítimo Fluvial, Lacustre y Turístico Sur Austral de Chile (Armasur), la situación que han tenido que vivir durante estos últimos diez meses las empresas que integran el gremio que lidera, producto de la pandemia.

Como en otros sectores económicos, el transporte marítimo de la zona sur austral ha sentido el golpe de la crisis sanitaria, debido a una menor demanda de pasajeros, reducción de aforos debido a protocolos de seguridad y una disminución en la cantidad de personal embarcado.

Y no es una industria menor: en tiempos normales operan alrededor de 250 naves mayores entre Los Lagos y Magallanes, las que prestan servicios de logística a la industria acuícola, como también servicios de conectividad y de turismo, y generan más de tres mil empleos. Cantidad de embarcaciones de la cual la mitad está representada por alrededor de 90 armadores pequeños, dice Henríquez, en entrevista telefónica con Diario Acuícola.

"El mercado es super atomizado y por lo tanto hay que cuidar a ese pequeño y mediano armador, que con esfuerzo tiene un par de naves, y que se dedica a conectar distintos puntos del territorio nacional, prestar servicios incluso a la salmonicultura, a la mitilicultura".

Ante la primera pregunta de cómo ha sido este comienzo de año para Armasur —que representa a más de 170 naves, equivalentes a más del 80 % de la flota de naves mayores, y a una treintena de empresas, incluidas puertos y astilleros— Henríquez entrega un breve resumen de la dispar situación de la industria.

“Dentro del gremio hay un sector que está efectivamente paralizado, que es el sector de turismo, de expedición, los buques que van a la laguna San Rafael, a Ushuaia, a cabo de Hornos, al lago Todos los Santos, etcétera. Obviamente ese turismo está detenido, cero ingresos durante ya casi un año”. 

Mejor situación han tenido las empresas de conectividad marítima, que han podido operar, pero con aforos más reducidos y restricciones en la demanda: “Lo que hace que efectivamente hayan sido impactados los resultados, pero por lo menos han podido seguir funcionando, con pérdidas importantes, pero han podido seguir funcionando”.

La menos perjudicada, sintetiza el presidente de Armasur, ha sido la industria que presta servicios a la acuicultura.

“Todas cuentan con protocolos para evitar contagios, especialmente en la dotación, Han sido afectadas por la pandemia, pero no tanto como el resto de la industria o del sector marítimo. Lo mismo los puertos y los astilleros”.

—En el caso de las empresas que prestan conectividad, ¿cuánto ha caído la demanda este último año?

—No tengo todas las cifras del mercado, pero mínimo un 30 a 40 %. Y la temporada alta, que se avecinaba ahora, enero y febrero, se estima que va a caer en un 70 a 80 %. Esa es la realidad. Gran parte de estas empresas de conectividad generan recursos en la temporada alta, que necesitan para mantener operaciones en temporada baja. Muchas de estas rutas son subsidiadas y evidentemente, con las medidas sanitarias, uno no puede más que aceptarlas, obviamente. La baja de visitas de extranjeros es casi total, pero la baja de turistas del mercado nacional también va a ser muy fuerte. Estamos estimando una caída, como te digo, de un 70 a un 80 %, es decir, del nivel de actividad que se tenía antes, va a ser el 20 % de lo que había.

—Las empresas dedicadas a los cruceros que no han trabajado, ¿cómo lo están haciendo para sobrevivir, si no tienen actividad?

—Reduciendo los gastos al máximo, dejando los buques en pana con dotación mínima, algunas acogidas al ingreso familiar de emergencia, al subsidio de mano de obra, a los planes de congelamiento del empleo. No es fácil, muchas de estas empresas tienen créditos que pagar, tenían inversiones importantes. Para quién vive exclusivamente de esto es un tema muy complejo. Hay unas que están diversificadas a otras áreas de negocio que les permite, entre comillas, subsidiar toda el área de turismo, pero es muy complejo. No es distinto a lo que están viviendo todas las medianas, pequeñas y micro empresas del sector turismo. Las entendemos perfectamente porque están viviendo un tema muy complejo.

—¿De cuántos trabajadores estamos hablando en total en el caso de los cruceros?

—El turismo marítimo es alrededor de 500 personas. Probablemente más si sumamos la temporada estival, porque ahí se contrata más mano de obra, gente de cámara, gente de cocina, de aseo, etcétera.

—Decía usted en un comienzo que los menos perjudicados en esta crisis hasta ahora han sido los que prestan servicios a la acuicultura. ¿Qué tan tranquilas están, dado el contexto reinante?

—Están viviendo una tranquilidad aparente, frágil, todas con medidas muy rígidas para evitar contagios. Hoy día la complejidad es que hay mucha gente con licencias médicas producto del mismo tema sanitario y, aparte de eso, hay un déficit real de personal embarcado, gente de mar, producto del crecimiento que ha tenido el transporte marítimo de la zona sur austral en los últimos años. La cantidad de gente que han formado los distintos sistemas de formación de capital humano no han sido lo suficientemente masiva como para cubrir las necesidades. Eso evidentemente genera problemas serios.

—¿Cómo cree que se viene este 2021 para el sector? 

—Quien opina, erra, es la verdad (ríe). Es como aventurar el tipo de cambio o el precio del petróleo. Hoy día es difícil vaticinar, cualquier número que uno pueda tirar es re-difícil acertar. Más que nada, lo que uno tiene es una esperanza de que haya una vacunación masiva hacia a fines del tercer trimestre, o dentro del segundo semestre, y que eso efectivamente recupere la actividad. Antes va a ser muy difícil que se recupere la actividad a nivel mundial, no solamente a nivel nacional. No veo recuperación del turismo antes del fin de este año, probablemente recién el primer trimestre del 2022. Me gustaría ser más optimista, de que (la recuperación) pase en este primer y segundo trimestre. La mejoría la espero a contar del tercer trimestre del 2021.

—¿Hay otros temas hoy día, ajenos a la pandemia, en que estén trabajando?

—El déficit de personal embarcado. Tenemos que generar conciencia en los legisladores, la autoridad regulatoria, la autoridad marítima, de que aquí tenemos que hacer algo. Hay un déficit de personal embarcado, buques que no pueden zarpar producto de que no tienen gente. Eso está produciendo otros problemas: el personal embarcado muchas veces, después de su periodo de trabajo, le corresponde descansar, y muchas veces en vez de descansar se van a otro puesto de trabajo en otra empresa y se vuelven a embarcar. Nada de eso es sano ni bueno. Es una prioridad para el gremio ver de qué manera hacemos conciencia para agilizar la formación, destrabar ciertas regulaciones. Probablemente poder abrir un poco el mercado laboral a personal extranjero. Hoy día el 100 % de la gente que está embarcada tiene que ser chilena. Esto no sucede en otras actividades, es un tema regulatorio, de ley.

—¿Cuánto personal falta en el sector?

—Según el número que tenemos nosotros, alrededor de 700 personas, entre tripulantes, oficiales de máquina y oficiales de cubierta. No es un número menor: de un volumen total de 3000 y tantas personas, que falten 700 estamos hablando casi de un 20 %.

—¿Cómo se cierra este déficit, y en cuánto tiempo sería lo ideal hacerlo?

—Se están haciendo algunas gestiones que van a permitir incorporar 100 a 150 personas, pero aún es insuficiente. Esperamos que también se reduzcan las licencias, que la pandemia nos vaya soltando un poco en algo, y tengamos más gente disponible. Lo otro son medidas más de mediano plazo, de seis meses a un año.

—¿Y se puede cerrar el déficit en ese plazo?

—Es nuestra aspiración, porque si no todo el sistema lo va a sufrir, y la industria acuícola también. Todos lo vamos a sufrir. Así que tenemos que golpear todas las puertas que sean necesarias, buscar alianzas, para poder hacer conciencia de que esto es un tema urgente.

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