Industria
Por Jaime Rozas , 30 de diciembre de 2020

Cultivo de salmón en agua dulce: ¿hace falta más regulación?

Esquema que ilustra las etapas del ciclo del salmón. (Centro INCAR)
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Análisis crítico del Centro INCAR pone el ojo en las brechas que existen en la fase inicial del ciclo productivo de la industria salmonera. Intesal y Sernapesca manifiestan sus coincidencias, pero también sus discrepancias.

Durante 2019, operaron 137 pisciculturas en Chile —de un total de 408 inscritas en el Registro Nacional de Acuicultura—, las que produjeron 713 236 269 ejemplares de salmónidos, equivalentes a 21 660 toneladas, para ser destinados a los centenares de centros en agua de mar donde se realiza la etapa principal del ciclo productivo del salmón.

Pese a la enorme importancia de esta fase inicial, las brechas y problemáticas desde el punto de vista normativo en esta etapa serían abundantes: desde la eliminación del agua utilizada por las pisciculturas sin ser desinfectadas y el control de enfermedades con sustancias “peligrosas para los operarios”, hasta la falta de regulación de densidad —como sí ocurre en agua de mar— y el no cumplimiento de los periodos de descanso sanitario.

Por lo menos así lo plantea el policy briefPisciculturas de agua dulce: El gran pendiente de la industria salmonera chilena”, publicado en los primeros días de diciembre por el Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR).

El documento de 20 páginas —elaborado por el investigador Rubén Avendaño y sustentado en un trabajo anterior del propio académico publicado en 2018 (“Proper antibiotics use in the Chilean salmon industry: Policy and technology bottlenecks”)— analiza de manera aguda y exhaustiva la etapa de agua dulce, poniendo énfasis en las deficiencias que existirían hoy en esta vital fase de la cadena productiva de la industria. Para ello, informa en detalle el conocimiento general y relevante sobre las prácticas operacionales y de manejo en el proceso de cultivo intensivo de salmónidos durante la etapa de agua dulce.

En concreto, “no es un despropósito indicar que durante la etapa de cría de salmón en piscicultura la regulación es mínima, lo que tiene un marcado contraste con lo que ocurre en la etapa de engorda en mar”, dice el investigador en el texto —quien también es doctor en Biología y académico de la Universidad Andrés Bello—, frase que bien puede resumir el contenido del trabajo.

Enfermedades

Además de la normativa, el documento también aborda otros aspectos, como el tratamiento de enfermedades, vacunas y el uso de antibióticos. 

Por ejemplo, señala que los esfuerzos en abordar los problemas existentes en piscicultura “son mínimos”, ya que “el monitoreo activo contra los patógenos primarios de ovas, alevines y/o juveniles no existe, contrariamente a lo que ocurre con patógenos que afectan la engorda en mar como P. salmonis, el ectoparásito Caligus rogercresseyi y el virus de la anemia infecciosa del salmón, tres patógenos que se encuentran bajo un Programa Sanitario Específico de Vigilancia y Control del Sernapesca”.

Otra falencia sería “la aplicación inapropiada de toneladas de antibióticos para contrarrestar la flavobacteriosis”, enfermedad que en 2019 representó el 53,9 % (5,9 toneladas) del uso de antimicrobianos en pisciculturas. 

La principal dificultad viene siendo la generación de resistencia antimicrobiana, sin embargo, según el policy brief no se están realizando a nivel de industria los estudios de susceptibilidad.

“Hoy en día, la autoridad nacional de salud de peces teóricamente requiere primero el diagnóstico clínico, es decir, la identificación de la bacteria causante del brote o del proceso infeccioso antes de autorizar el tratamiento con antibióticos […] pero casi todos los diagnósticos se realizan a través de pruebas de laboratorio basadas en la reacción en cadena de la polimerasa o PCR y es imposible realizar los estudios de susceptibilidad antibacteriana”, afirma el documento.

Asimismo, otro problema viene siendo alto número de traslado de peces, muchas veces a largas distancias, lo que “también de una u otra forma afecta la calidad sanitaria de los peces, dejando a los peces susceptibles a distintas enfermedades”.

Pero como policy brief, el documento no solo pone sobre la mesa las brechas, sino que también hace recomendaciones para políticas públicas y privadas. Entre ellas: priorizar la investigación sobre los cambios que ocurren durante la etapa de agua dulce de la salmonicultura, establecer un Programa de Monitoreo Activo para F. psychrophilum, responsable de la flavobacteriosis, realizar aislamiento del agente causal en el diagnóstico de flavobacteriosis y revisar el transporte de peces.

“Todas estas consideraciones son imprescindibles para garantizar la salud de los peces, la sostenibilidad del cultivo de salmónidos y el bienestar del medio ambiente dulce acuícola, concluye el trabajo. “Un óptimo cultivo de los peces en la etapa de piscicultura puede tener un impacto relevante en el bienestar sanitario de los salmones durante la engorda en mar”.

¿Qué dice la industria?

La reciente publicación de Avendaño —quien tiene más de diez años de experiencia en la investigación de enfermedades en agua dulce— no ha pasado desapercibido en la industria.

“No podemos decir que es una actividad que tiene una mínima regulación”, dijo por ejemplo a SalmonExpert, hace unas semanas, el gerente comercial de Hendrix Genetics Chile, Claudio Larraín, aunque en términos generales el documento le pareció “positivo”, ya que “da a conocer algunas problemáticas que son reales”.

El reporte también ha sido leído con atención por otros actores de la industria. 

Juveniles de salmónidos cultivados en estanques de sistema abierto. (Foto: Rubén Avendaño)

Uno de ellos es Esteban Ramírez, gerente general del Instituto Tecnológico del Salmón (Intesal). Ramírez dice a Diario Acuícola que valora que el Centro INCAR abra esta discusión, pero manifiesta sus discrepancias con algunas aseveraciones hechas en el documento.

“En lo regulatorio, no se puede comparar la normativa en agua dulce con la producción en mar para concluir que es mínima, dado que existen diferencias sustanciales en términos sanitarios, ambientales y productivos”, dice el gerente general de Intesal. “Existen regulaciones para las pisciculturas, desde lo sectorial y ambiental, el que algún aspecto para el documento no esté regulado, no puede negar que hay otros altamente normados. Fácilmente se cuentan más de 40 regulaciones en estos temas y algunas altamente específicas”.

En el caso de la densidad de producción en agua dulce, Ramírez afirma que “en sí misma como factor de control sanitario y ambiental pierde relevancia”, por cuanto “las pisciculturas al ser sistemas cerrados, los posibles impactos se pueden controlar mejor”.

Asimismo, el representante de Intesal señala que las mortalidades en pisciculturas y mar están a la baja, “logrando en los últimos años desempeños extraordinarios”, como así también el peso smolt ha crecido, lo que debe considerarse con mayor profundidad en el estudio. 

“El rendimiento smolt ha aumentado prácticamente de manera continua desde el 2014. Estos resultados dan cuenta que la regulación y las prácticas productivas en estos aspectos no parecen ser deficitarias”, asegura Ramírez.

En materia ambiental, el gerente general de Intesal dice compartir las temáticas en relación con la menor disponibilidad de agua y las emisiones, y que de hecho como instituto están trabajando en esas líneas. Pero asegura que las pisciculturas de flujo abierto cuentan con sistemas de retención de sólidos y las de recirculación (hoy aproximadamente el 40 %) tienen sistemas avanzados de tratamiento, “por lo que existen muchos avances”.

Respecto de qué aspectos deben regularse o mejorarse, Ramírez plantea que hay que avanzar en el uso de productos de uso veterinarios y otros aditivos, tanto en su reducción como en transparencia a las comunidades en cuanto a su utilización.

“También se hace necesario mirar la normativa ambiental para mejorar la aplicabilidad en pisciculturas”, agrega. “Se han detectado problemas, por ejemplo, en el DS 90 (que establece norma de emisión para la regulación de contaminantes asociados a las descargas de residuos líquidos a aguas marinas y continentales superficiales) en las técnicas de análisis, que podrían mejorarse para tener mejor información de los efluentes de pisciculturas. Avanzar en el enfoque sistémico respecto de las descargas de efluentes es otra brecha”.

Visión de la autoridad

Consultada por Diario Acuícola, la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura declinó referirse al tema. Pero quien sí lo hizo desde el Ejecutivo fue la directora nacional de Sernapesca, Alicia Gallardo.

La autoridad sanitaria califica como “un buen resumen de análisis técnico, científico” el informe, aunque declara no estar de acuerdo con que “la normativa en agua dulce en débil”. Por el contrario, afirma, “es una normativa robusta. Del año 2010, cuando se modificó la Ley de Pesca con ocasión del virus ISA, nosotros incorporamos una serie de medidas de bioseguridad que la verdad no están en ninguna otra normativa”.

Por otro lado, destaca que la producción en Chile en agua dulce ha tendido a hacer sistemas de recirculación. "Hay pisciculturas que tienen tratamientos de efluentes, eso no ocurre en ninguna otra parte del mundo". dice la autoridad.

Aunque sí está de acuerdo con que “hay temas técnicos que plantea el documento que creo hay que analizarlos. pero son discusiones acerca de ciertas enfermedades”.

La principal, sin duda, es la flavobacteriosis, cuya vigilancia hoy se realiza de manera pasiva, a diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades como el ISA, SRS y BKD, para las cuales existen programas de vigilancia activa. 

"Creemos que es un tema que hay que conversar, pues no es que yo diga inmediatamente que hay que hacer un programa de control de flavobacteriosis”, afirma Gallardo, ya que se debe dialogar con la industria y con Subpesca, porque “como Sernapesca no podemos decidir solos”.

“Probablemente podemos hacer reuniones durante el año para evaluar cuál es la percepción, si esta enfermedad debiera controlarse y vigilarse activamente”, añade. “Lo que sí nosotros como autoridad sanitaria tenemos claro que tenemos, en nuestro plan de monitoreo de la resistencia antimicrobiana, vamos a trabajar el año 2021 muy focalizados en la receta médico-veterinaria, en agua dulce, el muestreo de la sensibilidad de flavobacteria”.

Sobre este último punto, afirma que se tratará de un programa piloto: “Nosotros como país somo líderes en el mundo y participamos en redes de expertos en monitorear la resistencia. Por lo tanto, vamos a monitorear la resistencia de la flavobacteria, que es la bacteria más predominante en agua dulce. Eso es lo primero que vamos a hacer y que está en nuestro plan de acción desde hace tiempo”.

Mejorar los estándares

Sobre las discrepancias a su trabajo, Avendaño dice a Diario Acuícola que lo importante es que efectivamente el policy brief genere un “malestar” en los productores, o incluso en la autoridad. "¿Por qué? Porque da un poquito a conocer, de mirar hacia las pisciculturas y mejorar los procedimientos operativos de cómo se está realizando el cultivo de salmónidos”.

Acerca de su comentario sobre una “regulación mínima” en agua dulce, el investigador precisa sus dichos: “En general, cuando hablo de que las regulaciones son mínimas, me estoy refiriendo a temas que son muy concretos, y en los cuales la normativa no existe, a pesar de que efectivamente, como dice el gerente de Hendrix, existe el Reglamento Sanitario y el Reglamento Ambiental, pero cuando uno lee esa normativa, se va a dar cuenta de que probablemente la palabra piscicultura está muy poco representada en esa propia normativa”.

Por lo mismo, a su juicio lo más urgente es que se considere a esta etapa desde el punto de vista del impacto que tiene en los peces, como una etapa prioritaria. 

“En esta fase se realizan los primeros tratamientos de los peces, se realiza el primer manejo de los peces, se establecen las primeras condicionantes de estrés, por lo tanto, lo que ocurre en esta primera etapa recae directamente en lo que puede ser la etapa de engorda”, sostiene el académico.

“Si nosotros podemos desarrollar un cultivo desde el punto de vista técnico-operativo, apropiado en estándares que tienen que ver con bienestar, con sanidad animal, con bienestar animal, obviamente los estándares productivos que se puedan obtener de engorda pueden ser significativamente mucho mejor”.

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